Una nueva y real pandemia azota al mundo: Las enfermedades crónicas.
Al punto, que no hay una familia en donde alguno de sus miembros no esté seriamente afectado por una enfermedad de curso crónico; más aún, podemos afirmar, que no existe un ser humano mayor de 40 años que no presente alguna unidad nosológica clasificable como una enfermedad crónica, si tenemos en cuenta enfermedades como la artrosis que en uno u otro grado afecta a todos los adultos mayores. La hipertensión afecta al 25% de la población mayor de 30 años; el asmacompromete la actividad diaria de hasta el 10% de la población infantil; las enfermedades broncopulmonareshasta el 15% de los adultos mayores. Con excepción de los accidentes y la violencia, las enfermedades crónicas constituyen la causa subyacente a todas las muertes prematuras de los seres humanas por debajo de su potencial biológico de vida establecido en 120 años.
El más alto porcentaje de los enfermos del mundo, corresponde a quienes presentan enfermedades de curso crónico para las que, ninguna de las especialidades médicas, ni los diversos sistemas de abordaje, brindan una solución completa ni definitiva.
Los aspectos arriba contemplados, han determinado el surgimiento de diversos sistemas y escuelas de tratamiento que deberían complementarse, pero que por distintos motivos están divididos al interior en sus diversas especialidades y subespecialidades y con respecto a uno u otro sistema médico en franca pugna y controversia. La diferencia básica entre ellos, estriba principalmente en el nivel de su acción; así, la Medicina Alopática, también llamada Medicina Convencional, actúa preferentemente en los niveles físico y bioquímico del cuerpo; el Ayurveda y el Naturismo en los estilos de vida; la Homeopatía, la PNL y las diferentes escuelas de Psicoterapia, en los niveles emocional y mental de la enfermedad; la Medicina Tradicional China y la Terapia Neural en los niveles informáticos y de sincronización energética del individuo. Existen además, más de 100 terapias a las que la OMS les reconoce algún grado de validez para el tratamiento de las enfermedades crónicas.
Cada sistema médico y cada terapia, asegura ser la única científica y lógica para tratar una enfermedad crónica y cada uno muestra sus estadísticas y lucha por el beneplácito de los pacientes, que en realidad son los únicos perjudicados de esta pugna, porque cada quien no solo defiende su método sino que invalida a los otros, denostando de ellos. Las estadísticas imparciales muestran que los resultados de éxito, son similares en unos y otros, al igual o aún menor con referencia a los placebos o a la no medicación.
Todos dicen tener la razón y la curación mientras el paciente sigue con su mal.
¿Qué puede hacer un enfermo crónico?
1. Hacerse cargo de su enfermedad y probar hasta encontrar, el sistema terapéutico que mejor actúe en su caso.
2. Entender que, puesto que ningún especialista puede asegurarle su curación, lo mejor es consultar a varios, hasta dar con la terapia con la que mejor se sienta. Es por ello que en realidad, todas son alternativas o complementarias, porque cada paciente tiene la suya y unas a otras se pueden complementar; ninguna excluye a las otras.
3. Mi consejo: Acudir a Salud Dar donde conscientes de esta realidad, ofrecemos al paciente una opción de Medicina Integrativa personalizada en la que respetando las opciones ofrecidas por nuestros colegas, complementamos el tratamiento con lo mejor de la nueva ciencia de la salud que ve al hombre como una unidad Mente y Cuerpo.
Autor:Dr. Pedro Rodríguez Serrano
Médico director Hostal Mente Cuerpo
Sindamanoy
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